Comunidad Waunana, Río Docordo
Foto: Diego Arango
Los embera, tradicionalmente, han representado su visión del mundo, a través de diversas prácticas, incluidas las estéticas y materiales: la cestería, la música, la cerámica, la tradición oral, la talla de madera, los tejidos en chaquiras, los objetos rituales y la pintura facial y corporal. Estas prácticas se entrecruzan expresando y proyectando la concepción que tienen del hombre, como individuo y como ser social.
En sus manifestaciones estéticas expresan toda su cultura, relacionando el conocimiento simbólico y el comportamiento social, e interrelacionando todos los momentos de su acontecer cultural. En las actividades ceremoniales y cotidianas se produce una interacción social, con la naturaleza y la dimensión estética.
La pintura facial y corporal, como una de las manifestaciones más importantes dentro de la cultura embera, representa y comunica actitudes sociales. Así, el individuo se interrelaciona con la colectividad. Es a través de la pintura que un embera, es reconocido, expresa su estado, su cambio de rol, su disposición para la reproducción de los comportamientos sociales aprendidos durante su niñez.
Comunidad Waunana, Río Docordo

Foto: Diego Arango.
La pintura, como sistema de comunicación, se produce en el plano de lo cotidiano, y en el plano de lo esencial, entre el /jaibaná/= hombre de conocimiento y los /jai/= espíritus. Los individuos comunes sólo viven en lo cotidiano. No abordan el plano de lo esencial, a menos que así lo decidan e inicien un proceso de aprendizaje.
Según la zona de población, diferenciada una de la otra por su dialecto, existen en la pintura características formales que varían en lo social e individual. Sin embargo, hay un uso reiterado en ciertas combinaciones y en los tipos de pintura.
Existen dos grandes estilos: uno, el facial, en las zonas de montaña (Alto Andagueda, Noroccidente Antioqueño, Chamí) con diseños geométricos (círculos, rayas, puntos, triángulos, etc., que representan huevos de serpientes, tigres, serpientes con simbolismo particular) dispersos en el rostro; y otro, entre las de río (Chocó, ríos Baudó, Atrato, San Juan y Córdoba) en donde la pintura es tanto facial como corporal. Además utilizan diseños geométricos (representaciones de mariposas, hojas, peces, anzuelos, etc.) en la quijada, brazos, piernas y abdomen, en espacios dejados para tal fin. Con ocasión de seducir y enamorar, se pintan los labios y en los pómulos formas en ese y espiral de color rojo.
En cuanto al color utilizan tintes naturales preferiblemente, negro (Genipa americana) y rojo (Bixa orellana) en ambas zonas. Combinan el rojo y el negro en el rostro, y dejan el negro sólo para el cuerpo.
Hay, en cada estilo, relaciones de pintura-territorio con características y combinaciones de figuras y motivos que usan las parentelas (miembros de una familia extensa) de un territorio determinado. Por ejemplo, en el noroccidente antioqueño, se encuentra el uso recurrente de diversas variantes del motivo de la serpiente.
En la zona de Ituango (Antioquia), la pintura es sólo facial; se elabora en rojo y el diseño forma un triángulo invertido que va desde la nariz hacia la quijada.
En el Chamí se encuentran representaciones faciales que aluden al tigre; en el Alto Andagueda, en el rostro imágenes de huevos de serpientes, son las más utilizadas.
En el río Bojayá, el motivo más utilizado y que se lleva, tanto en la cotidianidad como en ocasiones especiales, es el de /bagabaga/ mariposa. La mariposa es el diseño más reiterativo y se cree que este nos remite al lugar de donde proceden los embera del Bojayá, pues esta zona fue poblada por una migración procedente de Lloró, cercano al río /Bagadó/ río de las mariposas. De este modo se hace alusión a su propia historia, a la relación con la parentela de la cual se proviene. En el contexto del /jaibaná/, al cantar y llevar el diseño de la mariposa en el cuerpo, se invoca a los /jai/ para la gente de mariposa.
En general, para todas las zonas embera, el uso de la pintura se da, tanto en hombres como en mujeres (preferiblemente solteros), como la manifestación estética más fuerte. Se lleva según el uso requerido, con un valor cotidiano o ritual y con motivos de acuerdo al contexto y a las necesidades de comunicación con lo esencial.
En las ceremonias de /jaibaná/, canto de /jai/, de /becaito/, de bebidas embriagantes, de invocación, de poder o propiciadoras de abundancia, etc.) la pintura es usada por todos los participantes: el enfermo, las ayudantes del /jaibaná/ y el mismo /jaibaná/; y es un elemento de vital importancia para la comunicación con los /jai/. De igual modo los diseños de la pintura también invocan a los /jai/ para curar o entablar relaciones de alianza o dominio.
Comunidad Embera, Río capac
Según la zona de población, diferenciada una de la otra por su dialecto, existen en la pintura características formales que varían en lo social e individual. Sin embargo, hay un uso reiterado en ciertas combinaciones y en los tipos de pintura.
Existen dos grandes estilos: uno, el facial, en las zonas de montaña (Alto Andagueda, Noroccidente Antioqueño, Chamí) con diseños geométricos (círculos, rayas, puntos, triángulos, etc., que representan huevos de serpientes, tigres, serpientes con simbolismo particular) dispersos en el rostro; y otro, entre las de río (Chocó, ríos Baudó, Atrato, San Juan y Córdoba) en donde la pintura es tanto facial como corporal. Además utilizan diseños geométricos (representaciones de mariposas, hojas, peces, anzuelos, etc.) en la quijada, brazos, piernas y abdomen, en espacios dejados para tal fin. Con ocasión de seducir y enamorar, se pintan los labios y en los pómulos formas en ese y espiral de color rojo.
En cuanto al color utilizan tintes naturales preferiblemente, negro (Genipa americana) y rojo (Bixa orellana) en ambas zonas. Combinan el rojo y el negro en el rostro, y dejan el negro sólo para el cuerpo.
Hay, en cada estilo, relaciones de pintura-territorio con características y combinaciones de figuras y motivos que usan las parentelas (miembros de una familia extensa) de un territorio determinado. Por ejemplo, en el noroccidente antioqueño, se encuentra el uso recurrente de diversas variantes del motivo de la serpiente.
En la zona de Ituango (Antioquia), la pintura es sólo facial; se elabora en rojo y el diseño forma un triángulo invertido que va desde la nariz hacia la quijada.
En el Chamí se encuentran representaciones faciales que aluden al tigre; en el Alto Andagueda, en el rostro imágenes de huevos de serpientes, son las más utilizadas.
En el río Bojayá, el motivo más utilizado y que se lleva, tanto en la cotidianidad como en ocasiones especiales, es el de /bagabaga/ mariposa. La mariposa es el diseño más reiterativo y se cree que este nos remite al lugar de donde proceden los embera del Bojayá, pues esta zona fue poblada por una migración procedente de Lloró, cercano al río /Bagadó/ río de las mariposas. De este modo se hace alusión a su propia historia, a la relación con la parentela de la cual se proviene. En el contexto del /jaibaná/, al cantar y llevar el diseño de la mariposa en el cuerpo, se invoca a los /jai/ para la gente de mariposa.
En general, para todas las zonas embera, el uso de la pintura se da, tanto en hombres como en mujeres (preferiblemente solteros), como la manifestación estética más fuerte. Se lleva según el uso requerido, con un valor cotidiano o ritual y con motivos de acuerdo al contexto y a las necesidades de comunicación con lo esencial.
En las ceremonias de /jaibaná/, canto de /jai/, de /becaito/, de bebidas embriagantes, de invocación, de poder o propiciadoras de abundancia, etc.) la pintura es usada por todos los participantes: el enfermo, las ayudantes del /jaibaná/ y el mismo /jaibaná/; y es un elemento de vital importancia para la comunicación con los /jai/. De igual modo los diseños de la pintura también invocan a los /jai/ para curar o entablar relaciones de alianza o dominio.
Comunidad Embera, Río capac

Foto: Diego arango.
La pintura en las ceremonias de /jaibaná/ se divide en femenina y masculina. Entre los diseños de uso femenino se dan representaciones de seres cotidianos y míticos. De animales, como el tigre, la boa mítica, la culebra, el pez, el alcatraz y el sapo, entre otros.
Representaciones de plantas, que denominan hoja, sin hacer una diferenciación de clases o especies a nivel lingüístico, pero si a nivel formal. Algunas hojas remiten a la madre de las especies, pues involucran todo el ciclo vital y social embera; son alimento, casa y curación. También se puede utilizar la representación de las hojas para invocar a una especie determinada cuando hay carencia de esta.
Entre los elementos representados, están aquellos que remiten a la vida cotidiana embera y reciben el nombre original, en el caso de un envuelto de maíz, de la leña, de un anzuelo. Objetos míticos como las cruces, las cuales, aunque en su denominación nos remitan a la cruz cristiana, no significan lo mismo, pues sirven para que no entren los espíritus malos y vengan los buenos. Los circulares, denominados cadena o boa mítica, remiten a las concepciones de la vida y del conocimiento embera.
Entre los diseños-animal, de uso masculino, está el lanbadal ser mítico, mitad hombre mitad tigre; el oso, la culebra, la boa mítica. Los dibujos que representan objetos son circulares, medios círculos concéntricos, rombos y combinación de los dos.
Las imágenes usadas por el /jaibaná/ son el tigre, la boa mítica, el maíz y los círculos o cadena. Cuando media entre uno y otro nivel (el cotidiano y el esencial) utiliza el diseño de la boa mítica, pues este le permite el acceso al mundo de las esencias.
El proceso que involucra el manejo del mundo de las esencias, a través del jaibanismo, se expresa en los diseños circulares que usa el /jaibaná/, pues para los embera el conocimiento es el “ver” y este se visualiza, como le decía Nanyama Domicó a Antonio Cardona; “el ver es corno esos círculos de agua, se va agrandando lentamente, lentamente, hasta volverse agua otra vez.”
Las representaciones de uso jaibanístico se relacionan con la comunicación que el /jaibaná/ mantiene con los /jai/. Cuando esta no sucede a través del canto, la pintura reemplaza la palabra, cumpliendo la misma función que esta tiene, es decir la de crear. Cuando el /jaibaná/ canta “soy verdadero hombre”, las imágenes hablan de lo mismo pero en un código visual.
En los bailes tradicionales, las mujeres danzan haciendo círculos en una fila, que a su vez está encabezada por una de ellas, quien marca el ritmo con un tambor. Los hombres, aunque no bailan, participan tocando la flauta y moviéndose de adelante hacia atrás.
En estos bailes se recrean situaciones de seres míticos y cotidianos a través del movimiento y de los diseños llevados en los cuerpos, tanto por hombres como por mujeres, los cuales hablan del baile a efectuarse.
La pintura para estos bailes se realiza asumiendo al animal que se quiere representar. Peces, curivas, ñeques, sapos, camarones, pájaros, alcatraces, carpinteros, tucanes, chorlitos, garzas. La pintura conserva el mismo nombre del animal, pero de acuerdo a la situación en la cual se lleva, significa otra cosa.
En una ceremonia de /jaibaná/, un baile de pájaro se puede realizar para invocar a la madre de esa especie; y en una fiesta se realiza para recordar y recrear un mito.
Comunidad Embera, Río Capac

Foto: Diego Arango.
Entre los diseños usados por las mujeres, están los de gallinazo y pájaro carpintero. El de gallinazo se hace en el cuerpo de manera similar a la disposición del plumaje del ave. Es a través de la pintura que se asume al animal y sus cualidades planteadas en el mito. Se es el animal. De igual manera sucede con los diseños llevados por los hombres, como los de culebra y oso. En la fiesta de iniciación femenina, celebrada en la pubertad, se deben usar diseños específicos en el cuerpo de la joven iniciada. En el Chocó el diseño es el de trapiche.
Este diseño cubre todo el cuerpo y es exclusivo y único para esta ocasión; lo deben llevar todas las jóvenes a las que se les realice esta fiesta. El dibujo parte de las líneas que se encuentran en el trapiche de moler caña, y significa el estado de embriaguez al que debe llegar la joven. Es su primera borrachera permitida socialmente y, a partir de este momento, puede empezar a pintarse con los diseños de fiesta.
En otras fiestas, de convite (trabajos comunales), bautizo de una casa etc., se lleva la pintura facial y corporal de acuerdo al rol social, ciclo vital, estado de ánimo, sector dialectal o diseños individuales.
Cuando las fiestas se preparan con días de anticipación, los invitados, que pueden ser de varias comunidades cercanas, inician su arreglo personal uno o dos días antes. Se pintan imágenes, cuyo fin es estético, pues responden a sus parámetros de belleza y comunicativo, expresando el hecho de ser casado o no, entre otros.
En el Bojayá, las mujeres llevan diseños de culebra, trapiche, estrella. Si van a danzar los bailes tradicionales, como el pájaro carpintero, se pintan de acuerdo al baile. Los hombres se pintan en el cuerpo, con ayuda de su madre o esposa, diseños de oso, culebra, estrella, trapiche y mariposa.
Los diseños cotidianos usados en el Bojayá, permiten a las mujeres seducir y enamorar; hablar de su participación en eventos jaibanísticos; o expresar a través de diversos motivos como la mariposa, el maíz, la guadua, el caracol, pertenencia dialectal y motivación estética. Los hombres jóvenes llevan diseños para enamorar o diseños en la quijada de anzuelo, culebra y mariposa.
Además tanto hombres como mujeres se pintan todo el cuerpo de negro para ir a los cultivos, protegiéndose, así, de enfermedades cutáneas y de los rayos solares.
La pintura facial y corporal tiene múltiples connotaciones: protector de los malos /jai/ y de las enfermedades; dador de fortaleza; sirve para ocultarse y asustar a los espíritus; propicia estados positivos; diferencia dialectalmente.
Se usa además en el contexto ritual como elemento de identidad, a través de ella se es embera; expresa estados de ánimo, enamora y comunica.
Dentro de las diversas situaciones en que se usa la pintura se dan diferencias, por ejemplo la pintura de antigua o usada tiempo atrás; la de /jaibaná/ usada en las diversas ceremonias; la común o pintura que puede llevar cualquier miembro de la comunidad y la de innovación personal, es decir, los nuevos diseños y creaciones individuales.
La pintura, en general, por encima de las particularidades de uso, situación o de quien la lleva, representa seres de la siguiente manera: cotidianos y míticos, tales como animales, plantas y objetos. Estas representaciones se realizan con una simetría refleja y bilateral procediendo de tres maneras: Tomando una característica del ser en cuestión: huellas, manchas, movimientos; por ejemplo, huellas de tigre. Asumiendo la identidad del ser, es decir, se es el animal: se pintan con las características del animal, por ejemplo, el oso. Representando en el cuerpo de manera realista, seres deseados.
En síntesis la pintura facial y corporal es un elemento de vital importancia dentro de la cultura embera, que permite establecer un sistema de códigos con sus respectivos significantes, los cuales posibilitan -a los embera- reafirmarse a sí mismos y como miembros de su sociedad.
Comunidad Embera,
Río Capac

Foto: Diego Arango
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